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Reportajes de Salud

Adictos a… Compras, medicamentos, juego…

Adictos a… Compras, medicamentos, juego…
¿Cuándo deja una conducta de ser normal para convertirse en adicción? ¿Cuándo dejamos de ser un consumidor de alcohol considerado “normal”, para convertirnos en un bebedor marginado por la sociedad? ¿Cuándo se convierte una persona en comprador compulsivo? Intentaremos contestar a estas y otras preguntas a lo largo de esta pequeña revisión.

Cuando hablamos de adicción, hablamos de dependencia a algo: compras, sustancias, sexo… Y cuando hablamos de dependencia nos referimos a un conjunto de manifestaciones fisiológicas, conductuales y cognitivas originadas por una sustancia (por ejemplo el alcohol) o actividad (por ejemplo las compras o el sexo), que se convierten en la mayor prioridad para la vida de la persona. Por tanto, el consumo que, originalmente comenzó siendo positivo o neutro, se convierte en un consumo sumamente perjudicial e irresponsable para el individuo, afectando, por lo general, no solo a su salud física, sino también a su situación social y laboral.

Adictos a la pastillita de las noches

Cuando hablamos de adicciones, podemos distinguir dos grandes grupos: adicciones a sustancias (legales o ilegales) y adicciones a actividades o comportamientos. Podemos estar ante adictos a la ingesta de alcohol o de tranquilizantes o ante adictos a las compras o al sexo, por nombrar algunos ejemplos. Aún cuando en ambos casos, hablamos de personas que comparten un mismo problema, también estamos ante conductas distintas que, requerirán tratamientos diferentes.
Cuando pensamos en adicciones parece incuestionable que el adicto lo es siempre hacia sustancias o comportamientos no regulados e ilegales. No obstante, en la sociedad actual, existe un número considerable de adictos a sustancias como los tranquilizantes o los sedantes para dormir que, inicialmente estarían regulados por el sistema de salud. ¿Cuántos de nosotros conocemos a alguien que se toma, irremediablemente todas las noches, su pastillita para dormir porque sin ella no es capaz de conciliar el sueño? Y, ¿cuántos sabemos de alguien que se toma regularmente las pastillas que el médico le receta a su madre cuando está nervioso? Ante estas situaciones no debemos olvidar que los medicamentos, como todos sabemos, son sustancias que deben ser pautadas y controladas por profesionales médicos que conozcan los peligros potenciales de un tratamiento prolongado con determinados fármacos y que, en caso necesario, conozcan las pautas a seguir si un paciente comenzase a presentar síntomas de dependencia.

Adicciones más ocultas

Otras adicciones de carácter más social, como la ingesta de alcohol o las compras, son mucho más difíciles de detectar. Porque, ¿cuándo se convierte alguien que compra en un adicto? Realizar compras, aún más en esta sociedad de consumo en la que nos vemos inmersos, es algo habitual en nuestra actividad cotidiana. Todos hemos sentido la necesidad, en alguna ocasión, de comprar artículos que no necesitamos o que, incluso, ni siquiera son de nuestro agrado. Quizá, la diferencia fundamental entre un adicto y un comprador considerado “normal” sea que, el adicto necesita irremediablemente realizar estas compras para sentirse bien, tanto física como mentalmente. Un adicto a las compras no tiene conciencia del gasto que está realizando o, de si su economía familiar puede permitirse dicha compra, ya que el acto de comprar se convierte, momentáneamente, en su prioridad, sin importar las consecuencias que esto pueda tener para su futuro.

Descubrir la adicción

En muchas ocasiones, el diagnóstico de una adicción es muy difícil. Y, por tanto, en un gran número pacientes, cuando la persona llega a la consulta del especialista su adicción es ya muy importante. Por lo general, cuando un paciente acude a la consulta es porque su situación económica, familiar, social, laboral, su salud o una combinación de todas ellas, se ha visto seriamente comprometida. Las adicciones, como decíamos inicialmente, implican manifestaciones fisiológicas (taquicardias, sudores, cefaleas, trastornos intestinales…), comportamentales (irritabilidad, agresividad, depresiones, ansiedad…) y cognitivas (problemas de memoria, dificultades atencionales, problemas de planificación…). Por tanto, en un gran porcentaje de personas, es la familia la que inicialmente alerta del problema al adicto que, viéndose inmerso en la situación, no es consciente de la dependencia que mantiene. De ahí la dificultad del diagnóstico en personas que viven solas o que mantienen escasas relaciones sociales, situaciones, ambas, muy habituales en las personas mayores. Además, en este último grupo poblacional, se añade otra situación de riesgo para el desarrollo de una adicción, como lo es un cambio brusco en la situación vital (por ejemplo el fallecimiento del cónyuge o la jubilación) o la soledad que dicho cambio implica.

Bienestar inmediato: la “droga del adicto”

El sentimiento de bienestar inmediato y de no anticipación de consecuencias es el que domina la conducta de cualquier adicto. Se convierten, salvando las distancias, en niños que no son capaces de anticipar consecuencias de sus actos y que, por tanto, actúan sin ninguna inhibición. El consumo de alcohol, las compras, el sexo…, se convierten en lo más importante de su vida porque les produce una sensación de bienestar inmediata y, por lo general, cada vez menos prolongada en el tiempo que, implica, por tanto, la necesidad de volver a consumir.
Dra. Raquel Yubero - Psicóloga
Dra. Raquel Yubero
Psicóloga
 
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