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Del cohousing al jubilar. Comunidades de cuidados.

Del cohousing al jubilar. Comunidades de cuidados.

Las viviendas colaborativas (collaborative housing, o simplemente cohousing) son un tipo de comunidades intencionales autopromovidas, autogestionadas y diseñadas de forma participativa por las personas que desean compartir vida en lo que podríamos denominar un buen vecindario.

Empiezo con este párrafo definitorio porque la palabra cohousing comienza a llenar páginas de medios que hablan de él como apetecible producto inmobiliario, o como “alternativa” a las cada vez más denostadas residencias de mayores. Pero tanta profusión de textos está además generando incómodas confusiones y falsos dilemas. Las viviendas colaborativas no son lucrativao (a saber para quién) minipisos, tampoco residencias precarizadas ni pisos compartidos.

Una comunidad, formalizada de manera coherente como cooperativa, que persevera en la búsqueda constante de la mencionada relación de buena vecindad y una intención de vida colaborativa, que como digo es la esencia del cohousing, está relacionado con diversos indicadores de calidad de vida en la vejez (Del Monte, 2017), y con aquella definición de salud del Congreso de Perpignan de 1975: “aquella manera de vivir que es autónoma, solidaria y gozosa”.

Si hablamos de atención centrada en la persona, hay que reconocer que el protagonismo en esos centros comienza en la propia elección de compañeras de viaje, las personas con las que se quiere compartir vida y propósito común, soporte emocional, estímulo y aprendizaje, así como todo un conjunto de actividades que son significativas para la persona. Por otra parte, llegar hasta lo más alto de la escala de la participación (información – consulta – deliberación – decisión – autogestión) facilita la construcción de un entorno, tanto físico como social, donde desarrollar una vida con sentido.

¿Dónde está la dificultad si parece todo tan maravilloso? El reto está en que exige esfuerzo, el de la construcción colectiva, el acuerdo con otras personas, la escucha empática de necesidades de unas y otras personas, la persecución del consenso… Dice un proverbio que quien camina solo va más rápido, pero si se camina juntos se llega más lejos. Es por ello que el cohousing va dando pasos lentos en nuestro país; vamos despacio, pero dejando huella. Y también es por ello que no es un modelo que valga para todos; no porque esté vetado a ninguna persona en especial, sino porque cada persona decidirá qué ritmo y qué intensidad, dónde y con quién quiere encontrar el hogar significativo para ella.

Si hay un acuerdo cada vez más afianzado en los últimos tiempos es en la clara conciencia de que el entorno residencial de mayores ha de cimentarse sobre la idea de “hogar”. Ese hogar que es calor, confort y memoria, espacio de intimidad y libertad, de apertura controlada a “los míos” (es decir, a quien yo desee), es la diana a la que mirar cuando se diseñan o rediseñan espacios residenciales de mayores. El cohousing es paradigmático porque muestra un camino radical, un proceso de creación – de cocreación – de un hogar parcialmente compartido (recordemos, no hablamos de comunas ni de pisos multifamiliares) cuya metodología bien puede emplearse en el desarrollo de esas residencias de última generación donde encontrar el equilibrio entre vida privada, comunitaria y pública.

Al cohousing con vocación de hogar “para toda la vida” en España lo llamamos desde hace una década “jubilar”. Podríamos decir que un jubilar es una comunidad de senior cohousing con una estrategia, codiseñada por parte de sus cooperativistas, de Atención Integral y Centrada en la Persona. La potencial dependencia no puede ser un impedimento para la autonomía personal a la que tenemos derecho y es por ello que la comunidad establece un compromiso de cocuidado que pone a la persona en el centro: sus preferencias, sus deseos, su autonomía. Dicha estrategia contempla diferentes situaciones y anticipa posibles respuestas a partir de los recursos que desea compartir y de la fuerza organizativa de un grupo con un objetivo común: el de una vida saludable donde desarrollar el proyecto de vida de cada persona con el apoyo de un vecindario corresponsable.

Javier del Monte Diego. Equipo de Liderazgo de la SEGG. Asociación Jubilares.

 
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