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PILAR RODRÍGUEZ: “ES PRIORITARIO ESCUCHAR LAS OPINIONES DE LOS MAYORES Y TENERLAS EN CUENTA”

Pilar Rodríguez, presidenta de Fundación Pilares

PILAR RODRÍGUEZ: “ES PRIORITARIO ESCUCHAR LAS OPINIONES DE LOS MAYORES Y TENERLAS EN

Pilar Rodríguez, presidenta de Fundación Pilares, ha publicado “Las residencias que queremos: cuidados y vida con sentido”. Para sintetizar su libro dice: “Que las personas se sientan reconocidas y que se les acompaña y apoya para que sigan manteniendo el control de su vida y su identidad es la transformación que se pretende cuando se aplica un cambio de modelo para que la atención sea integral y esté centrada en la persona.”

-Enhorabuena por el libro que llega en un momento muy oportuno para profundizar en las necesidades de los Mayores. ¿Cuáles son en su opinión las prioridades para atender a los Mayores en este momento?

Creo que la prioridad mayor en el desarrollo de medidas o programas que conciernan a las personas mayores es escuchar sus opiniones y deseos y tenerlas en cuenta. Eso es válido y necesario, tanto si queremos ofrecerles oportunidades de cultura y ocio o de consumo, como si hablamos de cómo favorecer su participación social para que no queden al margen de la sociedad cuando se acaba su época laboral. Y, por supuesto, también es pertinente hacerlo cuando nos referimos a las políticas, recursos y líneas de actuación para subvenir a las diferentes situaciones de necesidad que puedan presentarse en esta fase de la vida.

Esta exigencia de escucha y atención debe hacerse, por otra parte, teniendo siempre en cuenta la gran heterogeneidad que existe dentro del grupo de personas mayores. Entre los 9 millones de personas que tienen 65 años y más se encuentran diferencias notables, por grupos de edad, sexo, hábitat, estado de salud, nivel de estudios, condiciones de vida… Esto configura un caleidoscopio de situaciones muy diversas y por ello nunca insistiremos bastante en que no hay que hablar de manera unívoca sobre las personas mayores.

-Según numerosas encuestas, la mayoría de los Adultos Mayores quieren vivir en sus casas ¿qué es necesario hacer para que las residencias resulten lugares hogareños? ¿A qué agentes hay que involucrar?

En efecto, cada vez que nos acercamos a estudiar y conocer las demandas de las personas mayores nos expresan de manera recurrente que su deseo es permanecer en su casa durante el mayor tiempo posible; toda la vida como desiderátum. Para acercarnos lo máximo posible a que estas preferencias se hagan realidad, hay que hacer un gran esfuerzo por ofrecer un conjunto de apoyos y servicios que, de manera integrada y no fragmentada, se ofrezcan a la persona en cada caso y de forma personalizada, según las valoraciones integrales que deben realizarse (a la persona, a la familia, a la vivienda y al entorno comunitario). 

Pero también los resultados de investigación con las personas mayores nos dicen que, cuando su estado de salud y necesidad de apoyos es elevado y carecen de apoyos fuertes y estables por parte de sus allegados y de los servicios de atención profesional y comunitaria, sí contemplan la residencia como posibilidad. Eso sí, les gustaría que las mismas fueran los más parecido posible a su casa y, sobre todo, que no pierdan el control de su vida por tener que dejar su domicilio. 

-Su libro ¿tiene el objetivo de poner a hablar a todo el mundo de las residencias, es decir, sacar ese tema de que sea un tema de un sector especializado o encasillado y que sea de interés para toda la población?

En efecto, considerar la última parte de la vida humana en toda su integridad, incluyendo la probabilidad de que una parte de las personas mayores tengamos que recurrir a una residencia u otro tipo de alojamiento es una cuestión que afecta a toda la sociedad. Me explico.

Todos estamos interesados y nos incumbe el tipo y la calidad de la educación que se presta en nuestro país, porque de ello depende el futuro de nuestro desarrollo social. Del mismo modo, las oportunidades que ofrecemos a la ciudadanía para que se puedan vivir los últimos años de la vida en condiciones dignas, recibiendo los servicios y apoyos que puedan necesitar sin menoscabo del disfrute de todos sus derechos también es una cuestión de calado que nos tenemos que proponer como sociedad.  

Lógicamente, esto no solo tiene que ver con residencias, sino que afecta de manera integral al conjunto de necesidades que puedan presentarse a lo largo del proceso de envejecimiento. Y es mirando hacia ese objetivo en el que todos hemos de sentirnos comprometidos: las propias personas mayores, sus familias, los equipos profesionales, los proveedores de servicios, las entidades de la iniciativa social, los medios de comunicación, las Administraciones Públicas y, en su conjunto, la sociedad entera.

-Dice el subtítulo “cuidados y vida con sentido” ¿por qué ha querido poner ese acompañamiento al título?

Subrayo esas dos palabras de manera muy intencionada.

Quienes van o ya están en una residencia necesitan cuidados (sociales y sanitarios) de calidad. En este sentido tiene que hacerse un esfuerzo, en el ámbito de los servicios sociales, por incrementar las ratios de profesionales y la formación de los equipos profesionales. Y, en cuanto a los sanitarios, es obligatorio que se presten los servicios de salud a la que todos, sin excepciones, tenemos derecho, desde el propio sistema. Lo ocurrido durante la pandemia ha revelado esta gran laguna pendiente de abordar y que resulta inaplazable reparar para evitar discriminaciones en función de la edad y el lugar en el que viven las personas. Pero garantizar los cuidados de calidad necesarios no quiere decir que tengamos que convertir las residencias en una especie de hospitales, ni mucho menos. Hay que avanzar en la transformación de los ambientes modelo hogar, porque eso es uno de los elementos necesarios para que las personas puedan desenvolverse en un entorno comprensible y estimulante, que les ayude a alcanzar vidas con sentido.

Ese es el otro término (vida con sentido) que incluyo en el subtítulo. Se fundamenta tanto en el enfoque de derechos humanos (EDH) como en un marco ético que resulta insoslayable aplicar cuando se trabaja con personas que necesitan la ayuda de otras para el desarrollo de su vida cotidiana. La OMS ha redefinido el concepto de capacidad funcional como aquella que permite que las personas puedan ser y hacer aquello que para cada una de ellas resulta valioso, para lo que se proponen dos áreas de trabajo: el apoyo al desarrollo de la capacidad intrínseca de la persona y las modificaciones y actuaciones del entorno físico y humano que lo favorezcan. Sobre la base de este concepto descansa la propuesta de este Organismo de avanzar en el logro de un envejecimiento saludable, definido como el “proceso de desarrollo y mantenimiento de la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez”. Ese proceso constituye el objetivo de la Década del Envejecimiento Saludable 2020-2030, a la que se convoca a todos los países.

- Creo que en alguna ocasión se muestra partidaria de tener en cuenta que no se trata solo de cuidados sino de que se mantenga y proteja el proyecto de vida de cada persona. ¿Es algo lejano?

Apoyar el proyecto de vida es precisamente la forma de alcanzar la “vida con sentido” ya referida. Estar en una residencia no tiene que significar un corte radical con nuestra vida anterior, como tampoco lo es tener una situación de dependencia o un conjunto de enfermedades crónicas. La organización de los alojamientos y los equipos profesionales, pues, están llamados a trabajar, como de hecho ya muchas lo hacen, para apoyar que las personas sigan adelante con su proyecto de vida, con independencia de su situación de salud o funcionalidad. Que las personas se sientan reconocidas y que se les acompaña y apoya para que sigan manteniendo el control de su vida y su identidad es la transformación que se pretende cuando se aplica un cambio de modelo para que la atención sea integral y esté centrada en la persona. Esa es, en síntesis, la propuesta que se contiene en el libro. En él se ofrecen propuestas metodológicas y técnicas para orientar esta transformación.

 
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