Concha Velasco
Actriz y presentadora. (Valladolid, 1939)
Estudió Danza Clásica y Española en Madrid y en el Conservatorio Nacional de los 10 a los 20 años. Inició su carrera en el cine a los quince años en La reina mora (1954), a la que siguieron numerosos títulos también como actriz de reparto entre los que destaca La fierecilla domada (1956). Como coprotagonista rueda Muchachas en vacaciones (1957) y Las chicas de la Cruz Roja (1958), su consagración profesional.
En esta época, como actriz juvenil, consiguió diferentes éxitos como El día de los enamorados (1959), Amor bajo cero (1960), La verbena de la paloma (1963)..., entre muchos otros, destacando Historias de la televisión (1965), donde Conchita interpretó en una escena de la película una canción titulada La chica yé-yé, sobrenombre con el que Concha Velasco fue conocida popularmente.
Además de cine, ha hecho multitud de obras de teatro. Actualmente está de gira con la obra “Yo lo que quiero es bailar” que resume los principales papeles de su trayectoria artística. A pesar de la gira, Concha aún tiene tiempo para presentar cada sábado el programa Cine de Barrio de TVE1.
Hace dos años anunció su retirada y, sin embargo está tan activa como siempre.
Yo soy la mujer de los amagos, si me tengo que definir. Amago de jubilación, amagos de tristeza, amago de infarto, y últimamente hasta he tenido un amago de hepatitis por culpa de los medicamentos. Es que “Yo lo que quiero es bailar” es una obra es muy dura, porque es un monólogo musical en el que hablo, canto y bailo, y nada más estrenar me quedé afónica. El otorrino me recetó cortisona para la voz, y además estaba tomando paracetamol para el catarro, además de mis pastillas para dormir y para levantarme el ánimo. Total, un cúmulo de medicamentos, indicados por los médicos (que no es que yo vaya a la farmacia y los compre por mi cuenta), pero claro, que no se pueden tomar todas juntas.Está claro que cualquier medicación, por inocente que parezca, te puede hacer daño. A mí me encontraron las transaminasas altas y el médico me retiró todos medicamentos porque me estaban afectando al hígado. Pero ya estoy bien, porque no he vuelto a tomar medicinas, ni siquiera la de estar un poco más tranquila, y he vuelto a ser yo misma, con todo mi carácter.
Sigue bailando y actuando, sin duda usted se sigue manteniendo en forma…
¡Es que yo soy bailarina!. Me diplomé en el Conservatorio, me dieron una beca para estudiar en Inglaterra y tuve matrícula de honor desde que empecé. Esa carrera de bailarina me ayudó mucho para ser actriz y me ha servido también para tener las piernas tan estupendas que tengo. La pena es que cuando hacía “Filomena Marturano” me rompí un tendón de la pierna derecha y ahora me cuesta más bailar, pero en casa siempre estoy bailando, o haciendo mi calentamiento de bailarina. Hasta cuando estoy viendo la televisión, estoy con una pierna para arriba y otra para abajo.Y la memoria, ¿también la cuida?
La cabeza es lo que mejor me funciona. Tengo una memoria estupenda, qué facilidad para aprenderme las cosas. Mi memoria es sobre todo visual. He sido capaz de aprenderme una obra de teatro en cuatro días, y puedo seguir haciéndolo ahora. Eso sí, echándole “codos”, no es que me lo lea y ya se me quede. Por esa facilidad que tengo, soy vaga y no estudio hasta el último momento. Aunque siempre pensamos que los mayores son los demás, ahora que soy mayor, me doy cuenta de lo importante que es tener el cerebro activo.¿Con los años se ganan más cosas buenas de las que se pierden?
Lo de vivir el momento y que lo más importante es vivir apasionadamente el presente es algo que yo digo muchas veces, pero soy realista, y es tremendo mirar hacia atrás, porque te entra una angustia tremenda.¿Qué es lo que le hace sentir bien en este momento de su vida?
Mi familia. Ver que tengo dos hijos estupendos y que todo el tiempo que les he dedicado ha merecido la pena. Cuando nacieron mis hijos, yo cambié mi manera de ser: se acabó la coquetería, se acabaron los novios, ¡se acabó todo! Porque así lo decidí. Paquito Valladares me decía: “¡Ay, cuánto te dedicas a tus hijos, cuando sean mayores verás como te van a dejar!”. Y no solo no me han dejado, sino que viven muy cerca de mí. Son dos chicos maravillosos. Solo por eso ha valido la pena todo lo que he sufrido en la vida en lo personal. Y tengo una familia que siempre me ha apoyado y me apoya en cada momento. Para ellos no soy artista, sigo siendo la Chiti, como me llamaban de pequeña. Me encanta llamarles y decir: “Hola, soy la Chiti”. Eso es lo mejor que me ha pasado, el saber mantener a mi familia unida y tener dos hijos estupendos, y a mi nieto, que tiene ya tres años. Un nieto, ¡fíjate!. Hace tiempo me preguntaban: ¿tú qué quieres ser de mayor? Y yo decía: “Abuela”. Y ya soy abuela. Me gustaría tener más nietos, pero parece que por ahora no están por la labor.Usted sabe bien lo que es el éxito, en su opinión ¿en qué consiste vivir con éxito la madurez de la vida?
Consiste en saber que te queda poco de casi todo. Por eso, como decía mi madre, hay que procurar ponerte en tu sitio. Subir las escaleras cuesta, pero al bajar, los bajas rodando. Eso es difícil, pero bueno, ahí estoy yo, intentando mejorar, como siempre.¿Es importante verte y sentirte guapa todos los días, aunque no tengas que trabajar?
Sí, yo me arreglo mucho. Si yo no me veo guapa en el espejo, me pongo de muy mal humor. No me gusta que me vean en bata, ni en el camerino ni en casa. Si viene alguien y quiere hacerse una foto conmigo yo quiero estar estupenda, lo de la bata es imposible. A mí no me importa esta fea si estoy haciendo un personaje como el de “Gran Hotel”, porque forma parte del personaje. Pero si salgo fea en una foto o en Cine de Barrio, soy capaz de cortarle la cabeza a cualquiera, como la reina de corazones de Alicia en el País de las Maravillas. Yo quiero estar guapa siempre, con mi edad. Ahora no me metería en una clínica de cirugía estética para operarme. No me parece mal que se lo haga quien quiera, pero a la edad que tengo es inútil, es muchísimo peor porque pierdes la expresión facial. Así que yo no quiero eso, yo quiero envejecer, ¡pero guapa! ¿Por que hay que estar fea?