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EL DIAGNÓSTICO SOCIAL: CLAVE EN LA HISTORIA CLÍNICA DEL PACIENTE MAYOR

Grupo de Trabajo Social de la SEGG.

EL DIAGNÓSTICO SOCIAL: CLAVE EN LA HISTORIA CLÍNICA DEL PACIENTE MAYOR

La OMS, en la Conferencia de Alma-Ata en 1978, pone el foco en la incidencia de los factores sociales en la salud, en la necesidad de la intervención del Trabajo Social Sanitario en los equipos para abordar la dimensión social de la salud.

En España el reconocimiento del trabajo social en el ámbito de la salud llega en 1979 cuando El Instituto Nacional de Previsión (INP) define las funciones básicas del Trabajo Social de Hospitales: asesoramiento y orientación al enfermo/familia, Estudio social del enfermo/familia/entorno, intervención en la reinserción social del paciente en el momento del alta y colaboración con el desarrollo del Plan de Humanización.

El INSALUD, en 1984 publica el “Plan de Humanización de la Asistencia Sanitaria” en el que considera al profesional de Trabajo Social como puente entre el interior del hospital y el mundo exterior, y en 1986 la “Ley General de Sanidad,” supuso el fundamento jurídico de la presencia del Trabajo Social en el campo de la salud, al contemplar el derecho de los ciudadanos no sólo a la salud física, sino también a la salud social.

Desde los inicios de los Servicios de Geriatría en nuestro país, y concretamente en el Servicio de Geriatría del Hospital Central de Cruz Roja, en 1970, ya se incluía en los informes médicos de alta hospitalaria, los diagnósticos, clínico, funcional, psíquico y social, y estos diagnósticos eran, así mismo, utilizados por los profesionales de una unidad de atención en las sesiones clínicas, con el fin de conocer las necesidades sociales del paciente.

El diagnóstico social ya era definido en 1917 por Richmond, M. E, en su obra Social Diagnosis: “El diagnóstico social es el intento de hacer una definición, lo más exacta posible, de la situación y personalidad de un ser humano con alguna necesidad social, de su situación y personalidad, en relación con otros
seres humanos e instituciones sociales de su comunidad”.

El diagnóstico social es un acto profesional del Trabajo Social: tiene carácter reflexivo, establece relaciones causa efecto, define necesidades y problemas y las capacidades del individuo para satisfacerlas, inmerso dentro de un medio social dinámico.

Cada persona es única, influenciada por factores biológicos, entorno familiar, contexto social y cambios en su ciclo vital, que van a condicionar su comportamiento y respuesta, y ante determinadas situaciones de enfermedad, necesita determinados elementos básicos que le posibiliten una relación de adaptación y afrontamiento con el medio social; permitiéndole su desarrollo. La metodología del trabajo social sanitario promueve la implicación de la persona mayor en todo el proceso, explorando sus deseos e incorporando la dimensión social al estudio de la situación de la salud.

Al igual que los diagnósticos clínicos, los diagnósticos sociales son evolutivos y dinámicos. Para que un diagnóstico social sea eficaz, debe ser Completo, Claro, Preciso y Oportuno y contener elementos esenciales, entre ellos holístico y flexible abordando aspectos socio-familiares, económicos, de salud y de riesgo, con una estructura flexible con la que se pueda ir cambiando y transformando según como procedan los casos.

Para realizar la clasificación diagnóstica, los profesionales de Trabajo Social utilizan un sistema de clasificación regulado mediante el uso de indicadores sociales que permiten una terminología unificada.

En la valoración geriátrica integral del paciente mayor, son imprescindibles determinadas escalas de valoración. El Código Deontológico de Trabajo Social 2012, define las escalas de valoración social como el instrumento científico que sirve para identificar situaciones sociales.

Las escalas de valoración social más utilizadas y conocidas en la elaboración del diagnóstico socila en el paciente mayor son: Escala de Gijón, Barthel, Lawton y Brody Zarit, Alder Abuse Suspiction Index, EASI, y el FAC.

El diagnóstico social ayuda a completar y comprender otros diagnósticos. Tiene definidas dimensiones e indicadores sociales relacionados con la vulnerabilidad y la fragilidad social. Permite proponer, entre otras, actividades preventivas y establecer un pronóstico de la situación y acompañar al paciente mayor para adquirir nuevas competencias.

El trabajo social sanitario dispone de competencias propias no transferibles a otras disciplinas, por ello ante la complejidad social de cualquier paciente, se requiere las competencias de Trabajo Social, inclusive en situaciones donde es preciso explorar necesidades y deseos en el balance y cierre al final de la vida. El trabajo interdisciplinar en el ámbito de la Geriatría debe favorecer el acceso al diagnóstico social en la historia clínica del paciente mayor, pues permite conocer a la persona mayor, su realidad, su familia y su entorno, favorece la atención integral, la colaboración entre diferentes profesionales y forma parte de la atención sanitaria del paciente mayor, contribuyendo a mejorar su calidad de vida.

 
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